Belém: COP30 lo mismo desde 1995
Por Kajkoj Máximo Ba Tiul
Del 10 al 21 de noviembre, en la ciudad de Belém, Brasil, se llevará a cabo la COP30 (Conferencia de las Partes). Un evento importante, donde se volverá a debatir la situación del cambio climático en el mundo. La COP1 se celebró en Berlín, Alemania, del 28 de marzo al 7 de abril de 1995. Fue la primera reunión oficial de los países parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en la que se estableció la necesidad de que las naciones se reúnan anualmente para discutir el tema climático.
Han pasado 30 COP, además de las 16 C0P, del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en donde unos más y unos menos participan; funcionarios de Estado, presidentes, jefes de estado, ministerios encargados del cuidado del ambiente y recursos naturales, empresarios, oenegés con estatus consultivo u observador. Por otro lado, los pueblos y movimientos sociales participan en la “Cumbre de los Pueblos”. La cumbre de los pueblos es un evento alternativo a las cumbres oficiales y su objetivo es dar voz a las comunidades afectadas, contrastando con las cumbres tradicionales para proponer soluciones desde la perspectiva de la gente común y de los pueblos oprimidos, también participan líderes que han aprendido a vivir de la comunidad internacional, a quienes los hemos conocido como los jet set, porque nunca están en su país, siempre andan de evento en evento y terminan como mercaderes y negociantes de todo lo relacionado a los territorios de sus pueblos.
En el Tratado de Kioto de 1997, los Estados se comprometieron a “reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y establecer objetivos vinculantes para los países industrializados que debían disminuir sus emisiones en un promedio del 5.2% respecto a los niveles de 1990, durante su primer periodo de compromiso (2008-2012). Compromiso que a pesar de las investigaciones realizadas por expertos de todo el mundo, nunca se cumplieron y, cada año, se proponen nuevas metas, como las del Acuerdo de Paris, del año 2015, que buscaba limitar el calentamiento global a “muy por debajo de 2°C” y, de ser posible, a 1,5°C, en comparación con los niveles preindustriales, que igual nunca se ha cumplido, al contrario, países como Estados Unidos, han renunciado a los compromisos, negando así, el cambio climático, como lo hicieron con la “pandemia del covid19”.
Algo importante de la COP30, es que se realiza en el corazón misma de la Amazonia. Y en una de ciudades de Brasil con más favelas. Una favela es una un asentamiento informal y precario, como las que en otros países llamamos, colonias periféricas, donde viven en su mayoría pobres. Otro dato que inaugura esta COP es el hecho suscitado en Río de Janeiro, donde hace unas dos o tres semanas, la Policía Civil reprimió a gente pobre, supuestamente “sospechosa de ser delincuente”, masacrando a más de 100 personas, la mayoría jóvenes. Una operación policial criminal del gobernador, cercano a Jair Bolsonaro Cláudio Castro. Los medios alternativos confirman que el objetivo de la masacre era desalojar a familias de las favelas, para construir un centro habitacional en el lugar, casi como lo sucedido en Chile, hace unos años, en donde murieron personas en su mayoría pobres por un incendio que consumió una extensión grande tierra, para construir centros habitacionales para el gran capital.
En el discurso de inauguración de la COP30, el presidente Lula apeló a la vida más que a la guerra. Pero no olvidemos las condiciones en las que viven los pueblos amazónicos, basta leer la exhortación apostólica del papa Francisco, Querida Amazonia[1], su destrucción por parte de ganaderos, narco finqueros, el desplazamiento de pueblos indígenas, el peligro en la que viven los pueblos sin contacto y todo a la vista del Estado y sin importar si es un gobierno progresista o no.
El poco esfuerzo que hacen los gobiernos para entender y atender las demandas de los pueblos originarios y, sobre esto último, no solo los pueblos de la Amazonia, los pueblos originarios del mundo, que viven sin ser escuchados, como sucede en Guatemala y toda América Latina, con las famosas “Leyes sobre el Agua”, que en su mayoría favorece a la iniciativa privada.
El llamado de Lula de “derrotar a los negacionistas” y ”luchar por la “vida” es cierto y es el grito desesperado de miles de pueblos originarios y no necesariamente de quienes están allá de “turistas”, sino de los pueblos que están en sus territorios resistiendo contra el capital, o los pueblos que irrumpieron hoy en la COP30[2] y que tampoco serán escuchados, aunque salga de boca de gobiernos progresistas, porque los países del primer mundo se creen dueños de toda la tierra, poniendo en riesgo principalmente nuestra “tierra y territorio” en una palabra: “nuestra vida”.
En esta COP se vuelve a buscar que los Estados se comprometan a implementar el “Acuerdo de París, el financiamiento para reducir emisiones, impulsar medidas de adaptación y promover una transición energética justa. También se busca avanzar en la aplicación de la hoja de ruta Bakú-Belém, que plantea alcanzar una financiación climática global de 1,3 billones de dólares anuales hasta 2035, según lo acordado en la COP 29 de Azerbaiyán”, un camino imposible, porque se ha demostrado que todos los compromisos asumidos en estos encuentros solo son palabra y nada de acciones, por un lado, porque todos los países siguen desarrollando el mismo sistema (progresistas o no) y por el otro, países como Estados Unidos siguen negando que el clima está cambiando y la tierra está que explota y su negación se debe a que no quieren dejar sus sistema de acumulación y consumo.
Se espera que en esta COP la participación sea mayor que en otras, sobre todo porque se realiza en un país en donde la participación de la sociedad civil es menos restringida. En los últimos años, las COP han crecido de forma espectacular. De menos de 5.000 participantes, en las primeras cumbres a mediados de la década de 1990, se pasó a unos 30.000 en la COP21, de 2015. Casi 84.000 asistieron a la COP28 en Dubái[3]. En la COP29 participaron 66,000 personas. Dando nuevamente la imagen de que la COP sigue siendo un evento muy importante, pero muchas veces transformado en un encuentro turístico, sobre todo, cuando la participación de sociedad civil y oenegés se trata, en donde se van a presumir que “estuvieron en la reunión”, y comienzan a circular por todas las redes fotos de quienes se llaman “defensores del clima y territorio” y al terminar regresaran con compromisos incumplidos y las maletas llenas de afiches, pancartas, trifoliares, llaveros, etc., mientras el gran capital feliz, porque seguirá apostando a desalojar a pueblos y comunidades y desarrollar su proyecto económico a futuro, que sigue siendo de muerte.
La COP30 estará organizada, como todas, principalmente en tres zonas: la Zona Azul, que es el espacio oficial de negociaciones y conferencias entre los gobiernos; la Zona Verde, que está abierta al público y a la sociedad civil para participar en discusiones y eventos. Adicionalmente, existen la Zona Amarilla, un concepto nuevo que busca llevar el debate a las comunidades locales de la Amazonía.
En la Zona Azul, donde tienen lugar las negociaciones, solo se concede a organizaciones no gubernamentales[4] y a intergubernamentales si están registradas en la CMNUCC[5] como observadoras. Y las restricciones no acaban ahí: una vez dentro de la Zona Azul, el acceso a las salas de negociación y a sus espacios de intervención está limitado. Su propósito es fomentar el diálogo en distintas regiones, algunas de ellas en situaciones críticas, reuniendo a líderes políticos, culturales, indígenas, afrodescendientes y de comunidades tradicionales, artistas, filósofos, empresarios, líderes religiosos y otros, para un llamado global a la acción climática desde la ética, la diversidad cultural y el reconocimiento de la ciencia.
Paralelamente está la Cumbre de los Pueblos, un evento paralelo a la COP30, que se centrará en la justicia climática. Hoy este movimiento es un contrapunto al discurso oficial de la COP y del gobierno, así lo afirman los líderes sociales e indígenas que participan. En esta COP, se espera la asistencia de más de 500 organizaciones nacionales e internacionales y hasta 30.000 personas.
En esta COP, también estará el Círculo de Ministros de Finanzas, que discutirán la “Hoja de Ruta Bakú-Belén[6]”, su objetivo es asegurar los 1,3 billones de dólares, para las acciones sobre el clima. Este círculo realiza consultas y debates periódicos sobre la hoja de ruta para movilizar 1,3 billones de dólares. El Círculo aportará información para apoyar la Presidencia de la COP30, que, junto con la Presidencia de la COP29, presentará el informe de la Hoja de Ruta a las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático antes de la Conferencia de Belén[7].
Después de 30 encuentros, la situación del Clima y nuestras condiciones de vida no han cambiado. Desde la Revolución Industrial, cuando comienza a acelerarse la destrucción de nuestra “Casa Común”, como dicen muchos ahora, tomando el concepto del papa Francisco en su encíclica Laudato Si. Prueba de eso, son los tiempos altos de calor y tiempos duros de lluvia. Pero lo más grave sigue siendo, el sobre calentamiento de la tierra.
Entonces, cualquier compromiso a la que lleguen los gobiernos y los Estados, son insuficientes, si no cambiamos de sistema, como lo hemos afirmado muchas veces. Porque según los expertos estamos calentando el planeta, aproximadamente 100 veces más rápido.
Entonces, no se trata solo de apelar a la inclusión de los pueblos originarios y de los pueblos pobres en las discusiones sobre el clima, sino de asumir que en las acciones, sobre todo, la que se desarrollan y ejecutan en territorios indígenas, sean conducidos bajo los principios de los mismos pueblos y su sistema que busca la “vida en plenitud” y que sean reconocidos y respetados. Ello implica también no retroceder en relación a los avances que ya se tienen, en la legislación internacional y nacional sobre pueblos originarios y que se reconozcan que hay pueblos que se han organizado de forma autónoma, asumiendo su derecho a la libre determinación.
Como afirma Nina Pacari, lideresa de los pueblos originarios de Ecuador: “Los Estados y los tomadores de decisiones deben aceptar que la naturaleza tiene derechos”. Eso significa que los seres humanos tenemos con la naturaleza una relación espiritual, material y de vida. Y por eso mismo, no puede ser atropellada. Este sujeto se llama naturaleza y tiene vida y es parte de nuestra vida. Los Estados, los tomadores de decisiones, las oenegés y personas que negocian sobre ella deben entender de una vez por todas, que lo que se ha logrado para “defenderla, protegerla y recuperarla” es una conquista que ha costado mucha sangre.
De tal suerte que las personas indígenas o de pueblos originarios como gustan llamarse ahora, y que participan en este evento, sabiendo que ni conocen sus territorios, porque son los jet set y que se pasan toda la vida turisteando, pasándose como expertos de todo tipo y finalizando cada actividad en lugares donde se reparten los mejores vinos, wiskis y coñacs, no pierdan más tiempo, tratando de sensibilizar a los gobiernos, empresas, gran capital, etc.
El discurso de los jet set, que no solo son indígenas, porque hay de todo tipo de oenegés (mujeres, jóvenes, exiliados, etc.), que se creen defensores de los territorios y del ambiente y presentan la experiencia de los pueblos indígenas como una alternativa, deben entender que nuestro sistema no es la alternativa al capitalismo, sino que es la solución para mitigar el cambio climático.
Esta solución solo será posible si se piensa desde la “comunalidad”, no desde los foros o escritorios; internacionales y nacionales. No se necesita pedir inversión, porque nunca va a ver una que proteja la naturaleza. Hay que exigir que se vayan de los territorios y que el modelo sea el de los pueblos y no del gran capital. El camino es que aquellos que deambulan en estos eventos vuelva a los pueblos, a las comunidades y a los territorios. El camino está en la autonomía y libre determinación de los pueblos originarios, como la experiencia del EZLN y de los llamados pueblos “sin contacto”.
El camino es el fortalecimiento de la comunalidad que implica la ayuda mutua, la convivencia, la cooperación intracomunidad, la regeneración de los espacios verdes. Y no en la inversión de la gran industria en nuestros territorios, tampoco en cambiar de combustible fósiles a energías renovable. Tampoco está en la compra y venta de bonos de carbono. Cualquier propuesta que salga de cualquier COP, será limitada, será insuficiente, porque sigue siendo una propuesta desde el mismo sistema. Por eso, hemos insistido, que el problema no es el clima, sino el sistema y es lo que hay que cambiar.
[1] https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20200202_querida-amazonia.html. Visto última vez el 10 de noviembre de 2025.
[2] https://www.youtube.com/shorts/Eif2-tKzL18, visto última vez el 12 de noviembre de 2025.
[3] https://dialogue.earth/es/clima/sociedad-civil-brasilena-a-prueba-cop30/, visto última vez el 11 de noviembre de 2025.
[4] En el caso de Guatemala, participa: Utz’ Che’, Asociación Sotzil, Defensores de la Naturaleza, FUNDAECO, etc., quienes llevan años de estar negociando y viviendo del clima y sin importarles a la gran mayoría de población originaria, que resiste no solo al modelo extractivista, sino que, trata de vivir en condiciones de pobreza y extrema pobreza.
[5] Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
[6] es un plan estratégico presentado en la COP29 (Azerbaiyán) y que se presentará en la COP30 (Brasil) para movilizar recursos de los Estados y gobiernos a favor del clima.
[7] https://cop30.br/pt-br/presidencia-da-cop30/circulos, visto última vez el 11 de noviembre de 2025.
