Silicon Valley con Peter Thiel adopta el “nacionalismo cristiano” de Donald Trump

Alfredo Jalife-Rahme
Hoy se desarrolla una disputa geoestratégica entre las tres máximas potencias de la Vía Láctea que conforman la “Estabilidad Estratégica” –EU/Rusia/China–, a las que muy bien se pudiera sumar India mediante su nueva adhesión al concepto RIC de Primakov (Rusia/India/China), lo que en suma y resta nos daría un nuevo orden tetrapolar.
En Occidente, primordialmente en la anglósfera encabezada por EU y la Unión Europea, se escenifica una verdadera batalla cosmogónica y teológica entre el declive de la soroscracia globalista del Gran Reseteo (http://bit.ly/47g8SZY) del Foro Económico Mundial de Davos, cuyo presidente interino es Larry Fink, mandamás de BlackRock (http://bit.ly/4ngk7I3), con su polémica Agenda 2030/ woke/verde, y el retorno del “nacionalismo cristiano” de corte soberanista/ reaganiano con su Project Heritage 2025 (http://bit.ly/3WJ0lK7).
El megamillonario alemán-estadunidense Peter Thiel (PT) impartió en San Francisco cuatro conferencias “privadas” de corte apocalíptico/escatológico –cuyo contenido fue filtrado por The Washington Post (WP; http://bit.ly/4nbjCi8)–, en las que fustiga a los críticos de la inteligencia artificial (IA) de Silicon Valley, a quienes califica de “legionarios del Anticristo”.
Thiel, de 58 años –cofundador de Palantir Technologies, PayPal, Founders Fund e inversionista externo de Facebook, con una fortuna de 26 mil millones de dólares–, es el gran aliado del vicepresidente JD Vance (http://bit.ly/3IVsWJc): millennial “nacionalista cristiano” y mentor del asesinado Charlie Kirk.
PT fustiga como turiferarios del Anticristo del siglo 21 a Greta Thunberg, notoria adicta a la soroscracia globalista, y a Eliezer Yudkowsky, critico de la desregulación de la IA de Silicon Valley. A Gerrit de Vynck(GV) del Washington Post no se le escapa que las conferencias de PT “se dan en sincronía al creciente nacionalismo cristiano de EU (http://bit.ly/3WOXAHa)”. GV comenta que “los cristianos tienen diferentes interpretaciones del Anticristo bíblico, pero su imagen es frecuentemente entendida como oponente de Dios, quien aparece al final de los tiempos”.
Ya Reuters, portavoz de la anglósfera, había expuesto parte de las conferencias de PT en San Francisco, agregando que el hoy partidario de Trump había sugerido a su añejo socio Elon Musk no caer en la trampa ingenua de donar su riqueza a “las organizaciones no lucrativas de izquierda (¡mega- sic!) que serían seleccionadas por Bill Gates, quien a su juicio es uno de los dirigentes del gobierno mundial (http://bit.ly/4nR9igs)” y lo más cercano al “Anticristo”.
Según GV, PT, “uno de los más influyentes líderes de la industria de IA, resiste la vigilancia del desarrollo tecnológico como una batalla religiosa (¡mega- sic!) que puede intensificar la cruzada de la industria”, lo cual llama la atención como “demostración contundente de religiosidad en una industria que históricamente ha sido secular. El cristianismo se ha convertido recientemente en una presencia significativa en algunos círculos tecnológicos influyentes, en parte gracias a ACTS 17 Collective, organización no lucrativa dedicada a difundir los principios cristianos dentro de la industria tecnológica que organizó las conferencias de Thiel”.
A propósito, ACTS 17 Collective toma su nombre de ACTS 17 (Hechos 17), donde se relatan las prédicas del apóstol Pablo a las élites de Atenas (http://bit.ly/4ok50hA). ACTS 17 son las siglas de Acknowledging Christ in Technology and Society: Conocimiento de Cristo en la Tecnología y la Sociedad.
Ya desde marzo pasado, Lauren Goode, del portal científico Wired, describió a los “cristianos de Silicon Valley que desean construir el cielo en la tierra (http://bit.ly/47x2A9B)”. GV expone que PT “formó parte de una red de las élites tecnológicas que ayudaron a instalar (¡mega- sic!) a Vance, su pupilo, como vicepresidente”. A mi juicio,el “Anticristo” de PT es una metáfora maniquea muy poderosa para la cosmogonía bíblica en EU, con sus profundas extensiones electorales.
Fuente La Jornada
