Agua y política
Fernando Cajas
Una política tiene el objetivo de dar la dirección y el sentido a a algún sistema. Una política educativa le da dirección y sentido al sistema educativo, una política de agua, le da dirección y sentido al uso del agua o al recurso hídrico. Así, si se siguen los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODS, de Naciones Unidas como objetivo de un país, el objetivo 6 sería el más pertinente ya que dice: «Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos».
Una política de agua, basada en una ley de agua o no, debe direccionar la gestión integral del agua o del recurso hídrico, si se desea utilizar ese nombre, con la aclaración de que el agua no es una mercancía, es un bien público. La política, basada en una ley o no, debe incluir la gestión del agua superficial y agua subterránea principalmente para el uso y aprovechamiento eficiente del agua y la prevención y control de la contaminación que hemos hecho del agua debido al ciclo social del agua, ciclo social que viene desde la invención de la agricultura y se potencializa en la Revolución Industrial, ya hace trescientos años.
En el fondo una política tiene las características de un vector, una cantidad con magnitud, dirección y sentido. Así la velocidad puede expresarse como un vector. Cuando digo voy a 50 km/h también requiero decir en qué dirección voy. ¿Acaso voy hacia el Norte o hacia el Sur? ¿Voy hacia el Este o al Oeste? En español utilizamos la expresión dirección y sentido como sinónimos. Hay muchas variables que se pueden expresar como vectores o tensores para un caso más general. Lo que importa no solamente es la magnitud sino también la dirección.
Ciertamente no propongo que matematicemos una política de Estado dentro de un espacio vectorial; no, propongo que un vector ilustra la naturaleza direccional de una política. Si el objetivo de la política es: «Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos», entonces la política debe tener una línea base: Disponibilidad de agua actual, capacidad de gestión actual y sus indicadores respectivos, esto debido a su naturaleza direccional, vectorial. No podemos decir hacia donde vamos si no ubicamos en donde estamos, la línea base. Ahora bien, no es suficiente decir donde estamos ahora, debemos aclarar a donde vamos, ese el punto final del vector, de la llegada, el momento en el espacio y el tiempo con hay agua y saneamiento para todos en una comunidad concreta.
Pero el punto de partida y el punto de llegada no es suficiente, hay que decir cómo se llegará, eso lo hacen los programas. Cuando un objetivo de política es complejo se requiere programas, pero programas direccionados por la política y dentro de los programas proyectos de tal forma que se llegue al objetivo: Disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Así que se deben generar programas, por ejemplo, el Programa de Monitoreo de Aguas Subterráneas, la que requerirá de los estudios científicos y tecnológicos hidrogeológicos de los acuíferos de interés, toda una agenda de investigación de las universidades.
Así que la nueva ley del agua debe dar la base para una verdadera política nacional del agua, una política que direccione, que permita crear los programas y los proyectos para alcanzar agua y saneamiento para todos como dice el Objetivo 6 de los ODS, Objetivos de Desarrollo del Milenio.
