Ser civilizados

Autor: Jairo Alarcón Rodas

La civilización es una carrera entre la educación y la catástrofe.

Herbert George Wells.

Los humanos tienen características peculiares como cualquier otra especie de animales, aspectos que los distinguen y caracterizan, haciéndolos ser lo que son. Consecuentemente, poseen una portentosa corteza cerebral que posibilita el funcionamiento de su intelecto y, con ello, el ejercicio de su razonamiento, lo que les permite transformar su medio circundante, abstraerlo, convertirlo en ideas y pensamientos factibles de ser comunicados, de ser socializados.

Al igual que los demás animales gregarios, que instintivamente se asocian, en determinado momento los humanos se dan cuenta que dependen de otros miembros de su especie, de ahí que se asocian para alcanzar objetivos comunes, resistir las contradicciones que se les presentan, crear satisfactores para tener una vida placentera y lo hacen conscientemente, saben medianamente que pueden realizar múltiples tareas y mejor si es en cooperación.

La posibilidad de abstraer la realidad, de retener información de su medio circundante los hizo crear símbolos, lo que permitió, a los humanos, construir la cultura y, con ello, fortalecer vínculos con sus demás congéneres, poseer una identidad como miembro de un determinado grupo social. Cassirer señalaba: El hombre vive en un único ámbito, que es todo él cultural, que asume el mundo físico, y lo hace abrirse a una nueva dimensión. De tal modo que ser hacedor de cultura, transmitir lo que transforma, caracteriza a los humanos.

Sin embargo, la interpretación de la realidad, que nutre en gran parte la cultura, difiere de pueblo en pueblo, de grupo social en grupo social, ya que en ello influyen diversos aspectos tanto internos como externos, que afectan la labor cognitiva, a pesar de ello la cultura tiene una finalidad, la de cohesionar a los grupos sociales en su búsqueda por su bienestar e, indudablemente, para el ejercicio del poder.

A pesar de la diversidad cultural, hay algo que permite la cohesión de la especie humana y es el cumplimiento de reglas y normas de convivencia. El vivir en sociedad obliga a los seres humanos a un comportamiento ético. Así, si se pretende respeto, se debe respetar al otro, en tal sentido que toda acción que se ejerza debe realizarse con responsabilidad.

La diversidad cultural refleja las múltiples interpretaciones que los pueblos efectúan sobre su circunstancia, sobre su forma de ver el mundo, sobre las cosas, que dan lugar a formas de pensar, a estilos de vida y a valores, entre otros. Tales estilos de vida, diferentes, tienen raíces comunes propias de la especie humana.

Así, no por poseer determinado estilo de vida, comportamiento, costumbres y valores específicos, una cultura puede arrogarse el derecho de considerarse superior, ya que, no obstante, haya variedad de formas, colores de piel, estatura de personas, solo existe una especie humana, una raza.  

Sin embargo, la lucha del hombre en contra del hombre, su explotación, ha establecido que haya privilegios para unos y lacerantes desventajas para otros. De ahí que reyes y súbditos, nobles y plebeyos, amos y esclavos, oligarcas y proletariado, que se resume en clases sociales, en individuos que se consideran de primera categoría y plebe, civilizados y bárbaros, se hayan confrontados en lo que Marx denominó lucha de clases.

Así, para el brutal conquistador, los habitantes de los pueblos conquistados no eran considerados seres humanos. El afán de explotarlos, de aprovecharse de sus recursos económicos y de su fuerza de trabajo, los hacia contemplarlos como salvajes, incluso como bestias. Y justificaban tales prejuicios por el simple hecho de que no eran iguales a ellos, no tenían el mismo color de piel, no se comunicaban con el mismo idioma, no tenían las mismas costumbres y valores, eran distintos.

Lo accidental de la especie humana pasó a ser lo preponderante a pesar de que, en esencia, todos los individuos de las distintas culturas y sociedades pertenecen a la misma estirpe.  Sin embargo, era necesario marcar la diferencia, considerar a los conquistados inferiores y lo visible constituyó el pretexto adecuado. El término raza tiene una connotación peyorativa que responde a los fenotipos humanos, lo que por mucho tiempo ha marcado el predominio blanco sobre el resto de los habitantes del planeta.

Ser civilizado es comportarse adecuadamente en sociedad, de manera correcta. En la Paideía se hace referencia al término civilizado, señalando que es el estilo de crianza e ideal educativo que adquiere una persona en la que se resalta el respeto, el honor y aquellas cualidades éticas y morales correspondientes al crecimiento espiritual y la convivencia en sociedad.

De modo que la persona civilizada no juzga a los demás en función de su aspecto, de su apariencia sensible, de sus costumbres, trasciende ese ámbito, comprendiendo que lo humano se ha gestado bajo distintas circunstancias y criterios en el planeta, lo que se traduce en múltiples formas de ser.

Tzvetan Todorov, en su descripción del bárbaro y el civilizado, señala básicamente que, desde la antigüedad, se consideraba bárbaro a aquella persona que no hablaba el mismo idioma. No obstante que la persona denominada con ese término también le asiste el derecho de juzgar por igual al que lo considera de esa forma. De ahí que cada uno llama barbarie a lo que no forma parte de sus hábitos.

Lo que es más evidente sensiblemente, lo que no se comprende es a lo que se considera bárbaro. De ahí que son bárbaros los que no reconocen la plena humanidad de los otros. Por el contrario, ser civilizado es considerar al otro, sin importar sus costumbres, estilo de vida, aspecto físico, como igual.

En tales juicios, existe factores que son evidentes como la ignorancia, así como la perversidad. De ahí que, saber lo que es un ser humano, su ineludible condición social y responsabilidad, es lo que distingue a una persona civilizada. Por lo tanto, privilegiar a un sector sobre otro, tiene que ser considerado un acto de barbarie, destaca Todorov.

Al reconocer al otro con las mismas cualidades esenciales que las que uno tiene, al ponerse en el lugar de este y buscar puntos de convergencia para juntos encarar la vida, se da un gran paso a la condición de ser civilizado, lo que indudablemente se aprende a través de una educación inclusiva. Ser civilizado no solamente es ver al otro como su par, sino también ser responsable del cumplimiento de las normas fundamentales que requiere toda sociedad para su funcionamiento, en la búsqueda del bien común.

Qué tan civilizados pueden ser aquellos países o comunidades de países que hacen distinción entre las personas por su origen, otorgando privilegios a los suyos, por mínimos que sean, marcando la diferencia entre unos y otros. Cuan acertado fue Isaac Asimov cuando dijo: ¡No hay naciones! Solo hay humanidad, y si no llegamos a entender eso pronto, no habrá naciones, porque no habrá humanidad.

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