Partidos no políticos desechables

Zurdo

Miguel Ángel Sandoval

A Violeta Alfaro de Carpio

Una de las grandes lecciones de los meses posteriores a las elecciones generales del año 2023, es constatar que no hay partidos políticos dignos de ser llamados de esa manera. Es cierto, tienen las 25 mil firmas necesarias (no entro a discutir como las obtuvieron), hacen asambleas y no siempre de acuerdo con la legalidad que emana de la LEPP. Aunque por las muestras que se repiten ad-nausea de falta de cumplimiento, o de problemas por interpretación, es que la reforma de la ley de partidos esta pendiente y parecería que es ahora que se debe de impulsar una verdadera reforma política, no solo legal o legaloide.

Y como algo no menor, hay tener presente que en esos pseudo-partidos, hay una lista de alrededor de 25 siglas, que no partidos, con sus líderes, que no son, de manera general, políticos. Hablan muchas cosas, dicen muchas barbaridades, pero ideología, principios, valores, programas, son desconocidos. No hay ideas. Un par de ejemplos pueden ser suficientes para entender esto que se afirma.

En los años posteriores al golpe-invasión- intervención y derrocamiento de la primavera democrática y el presidente Árbenz, un partido político, el Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT- fundado en esos años, paso automáticamente a la clandestinidad, y desde ahí, desarrolló una labor que sin exagerar es digna de encomio. Produjo en escondites, casas de seguridad, con diferentes coberturas, un periódico mensual denominado “Verdad” y una revista mas o menos semestral, denominada “Nuestras Ideas”.

¿En la actualidad, alguien puede dar fe de alguna revista de cualquier partido político de esos de siglas enigmáticas? ¿Tienen las siglas Valor, Vamos, ¿Cabal, Elefante, Mi familia, una revista teórica? ¿Un periódico mensual o bimensual con sus ideas, sus programas, sus referentes teóricos? No perdamos el tiempo buscando pues no las tienen. Menos escuelas de formación o de capacitación política. O por la época, escuelas de formación municipal, o de formación de leyes para sus diputados. Son la nulidad.

Adelante, en los años sesenta o un poco antes, varias organizaciones guerrilleras, y por tanto con otro formato que el de un partido político, aunque impulsando las funciones de uno de ellos, publicaron periódicos mensuales, revistas con vuelos teóricos, no tan frecuentes, pero con esa función. En otras palabras, las organizaciones que vulgarmente se les califica de terroristas, comunistas, subversivas, si actuaron con principios, pensamiento político, referentes teóricos.

Pero, además, realizaron siempre, aun en condiciones de los mas adverso, quiero decir, bajo bombardeos de aviación y artillería, escuelas de formación y cuadros. O en la ciudad en medio de cateos con miles de hombres desplegados, buscando casa por casa, se impulsaban escuelas de formación política. Es por ello que había entre su militancia, ideas, principios, opinión política. No como ahora.

En una de esas escuelas clandestinas tuve el gusto de conocer a una alumna más, Ruth era su seudónimo, aunque mas adelante supe que era Violeta Alfaro. Por ello le dedico esta nota. Por razones de clandestinidad, al llegar a esa escuela, todos escogían un seudónimo de los doce apóstoles y en el caso de las mujeres, de algún pasaje bíblico, para evitar el uso del nombre de pila o el seudónimo corriente. Por eso Ruth. Que ya entonces tenía un nivel de formación intelectual mas allá de la media en las filas partidarias.

A diferencia de los actuales partidos políticos que no producen nada, ni manifiestos, ni proclamas, y no hacen educación política entre sus afiliados, porque no tienen ideas que proponer; por tanto, no se les puede identificar por sus ideas, sus propósitos. Son la nulidad. Es por ello que las siglas de los partidos que alcanzan a inscribir con una ley laxa, y muchas veces con favores, no tienen la categoría de partidos políticos. Son empresas o, mejor dicho, microempresas electorales, fichas que se alquilan o venden al mejor postor. Sobre esto hay documentación importante. Y la Cicig dio que hablar al acusar penalmente varios empresarios que financiaban a estas fichas o microempresas electorales que no partidos políticos.

Es por ello que la debacle política de los remedos de partidos en las pasadas elecciones constituye el momento adecuado para intentar una reforma política a fondo, con modificaciones severas en la LEPP y el propio TSE. Asimismo, es de suma urgencia que los seudo partidos, sean auditados por la ciudadanía, pues no es posible, que, con pancartas, vallas, cancioncitas, bailes estúpidos, capten el voto de la ciudadanía generalmente desinformada.

La democracia guatemalteca que salió fortalecida en las jornadas posteriores a las elecciones y con todas las maniobras de una guerra jurídica que tuvo que derrotar desde las calles o desde las comunidades y centros de estudio o de trabajo, pudo observar y valorar que la defensa de la democracia y los resultados de las urnas, tuvo una ausencia clara, inobjetable, y es la de los partidos políticos que brillaron por su ausencia, por sus opiniones y sus actitudes, al grado que se convirtieron en comparsas de un intento de fraude y de una guerra judicial perversa, pero que además a la fecha, sus opiniones no las conocemos. Demostraron que eran irrelevantes, desechables.

Diría que es el caso de algunos diputados en el congreso que en verdad n o tienen la categoría de políticos, sino de negociantes, de usurpadores de la política, pero que aun así pretenden dirigir los destinos del país. Me refiero a gente señalada internacionalmente de corruptos o de cualquier cosa, menos de defensores de la democracia o de sus principios y valores. La lista es larga pero solo como ilustración doy algunos nombres que son vox-populi. Allan, Alejos, España, Arzú, Jovel. Y paro de contar.

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