Es señal de miedo
Autor: Jairo Alarcón Rodas
Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse revelado, no serán conscientes.
Ese es el problema.
George Orwell
Las acciones perpetradas por el Pacto de Corruptos y sus serviles operadores, léase Consuelo Porras, Rafael Curruchiche y el juez Freddy Orellana, que pretenden suspender con argucias ilegales al partido Semilla, no es más que la acción espuria que rompe el orden constitucional y pretende establecer un golpe de Estado; desde luego que detrás de estos nefastos personajes se encuentran todos aquellos que han sido favorecidos económicamente durante los últimos gobiernos, aglutinados en esa red criminal.
Era de esperar que, ante el temor de perder el control del país, se urdiera un plan para impedir que Bernardo Arévalo llegara a competir en la segunda vuelta electoral, el 20 de agosto. Con toda una serie de acciones descabelladas, perversas y despreciables, dignas del crimen organizado, pretendieron que no se llevara a cabo la elección del presidente del país, lo que es inadmisibles para una sociedad que aspira a que se respeten las mínimas normas de decencia y rectitud, que anhele mejores condiciones de vida.
Poco a poco lo guatemaltecos están despertando y, para los que cansados del Estado fallido que es Guatemala, es el momento para que se respete la voluntad y soberanía del pueblo, es ahora o nunca, ya que el país merece un cambio sustancial hacia la democracia y los indicios de ese despertar están comenzando a hacerse presente en las plazas.
Es claro que un país que está cooptado por las mafias, como es el caso de Guatemala, en donde los que tienen el control de la justicia, es decir, de la Corte Suprema de Justicia, de la Corte de Constitucionalidad, así como del Tribunal Supremo Electoral que con sus fallos han demostrado de qué lado están, no se puede esperar nada bueno, por lo que, el margen de acción legalmente justo es muy pobre para los guatemaltecos.
Y, a pesar de los cuestionamientos fundados que el Tribunal Supremo Electoral y el de sus magistrados se han hecho merecedores, en la actual crisis institucional, que las huestes de Consuelo Porras y Rafael Curruchiche ocasionaron, han mantenido la actitud de no impedir la realización de la segunda vuelta electoral, el 20 de agosto; respetando la voluntad de los guatemaltecos plasmada en las urnas en el pasado 25 de junio. Oficialmente, los candidatos de la UNE y de Semilla, disputarán la presidencia del país, a pesar de la criminalización que se pretende endilgar al partido de Bernardo Arévalo.
Sin duda, el resultado obtenido en la primera vuelta fue toda una sorpresa para los corruptos, en donde Arévalo, se posicionó en el segundo lugar. No contaban con la posibilidad de que él llegara a una segunda vuelta; ya que el plan era que el candidato del partido oficialista, VAMOS, y la candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza, fueran los que se enfrentaran, ya que, con cualquier opción, se asegurarían de que las condiciones del país continuaran, siguieran siendo las mismas, aunque el tradicional voto negativo en contra de Sandra Torres viabilizaría la llegada a la presidencia del candidato Manuel Conde Orellana.
Las cosas no resultaron como lo tenían planeado, por lo que tuvieron que recurrir, en primera instancia, a señalar que hubo fraude ya que Arévalo no aparecía en los primeros lugares de las encuestas difundidas, como si estas determinaran quién deberá ser el presidente de un país. La revisión se realizó y los resultados no variaron, por lo que recurrieron a una medida desesperada, intentar criminalizar al Movimiento Semilla.
Lo paradójico del caso es que las señales de miedo, mostradas por el Pacto de Corruptos, a través de las aberrantes, delirantes e inaceptadas acciones perpetradas en los últimos días, están motivando que la población guatemalteca accione en contra del Pacto de Corruptos y, bajo la consigna de ya no tenemos miedo, nuevamente se han hecho presentes en las plazas, en las calles, en los barrios, pues hartos ya de tanta miseria política, confían que otra Guatemala es posible.
El poder de una nación está en el pueblo, en su soberanía y eso está siendo comprendido por los jóvenes, los que paulatinamente se están dando cuenta de lo importante y vital que es su presencia e involucramiento en los asuntos del Estado. Cada vez más se están sumando, están participando, lo cual es bueno, ya que el futuro les pertenece, es de ellos, pues merecen un mejor país en donde se comience a poner fin a la corrupción e impunidad y se dé paso a la construcción de una mejor sociedad, en la que la justicia prevalezca para el bien común.
Los conservadores, que así se identifican, vociferan por todos los medios, la amenaza comunista que se cierne para el país si llegara a triunfar en las elecciones el candidato del Movimiento Semilla y en contubernio con algunos pastores evangélicos, políticos cuestionados, medios de comunicación tradicionales, claramente identificados con la corrupción, unifican criterio para crear temor en la población, con mensajes a todas luces sin sustento real, apelando a la ignorancia.
Se les olvida a esos siniestros personajes que, durante tantos años en los que ha gobernado la derecha, con el beneplácito del CACIF, de la oligarquía avorazada de este país, solo ha servido para que Guatemala se hunda en la miseria, se encuentre en los últimos lugares de desarrollo humano, de violencia, de desnutrición infantil y en los primeros lugares de corrupción del mundo. Por más mensajes engañosos, por más mentiras y truculentas acciones, solo basta tener una poca de empatía social y de memoria histórica para comprender la situación de desgracia en la que se encuentra el país y saber quiénes son los responsables.
Los corruptos tienen miedo y ante ese temor no se pueden esperar más que acciones desesperadas y funestas, por lo que es necesario estar atentos y unidos para hacerle un frente común. Y tomando en cuenta lo dicho por Eric Hoffer, puedes descubrir qué es lo que más teme tu enemigo observando los medios que usa para asustarte, los corruptos tienen miedo y hay que aprovechar el momento.
