El deterioro institucional de una Universidad cooptada
Francisco González
No es la primera vez que un alto funcionario de la Universidad pública y autónoma de San Carlos utiliza el cargo para llegar a un puesto de gobierno o ser parte del mismo. La historia está plagada de estos funcionarios que llegaron a la cúspide del poder en la USAC y utilizando dichos cargos se lanzaron a la política partidista para ocupar un lugar en los poderes del Estado.
El recordado Eduardo Meyer Maldonado, llegó a ser presidente del Congreso y luego acusado por desviar los ahorros de esa misma institución a una empresa del mercado de valores llamada MDF. Más recientemente, el nefasto exrector Jafeth Cabrera, que fue vicepresidente en el tiempo de Jimmy Morales; hizo uno de los gobiernos más corruptos de la historia y tuvo que ser protegido con inmunidad en el Parlamento Centroamericano, aprovechando que su amigo, el otro exrector y exvicepresidente Alfonso Fuentes Soria era el presidente de ese malogrado parlamento para que le diera cobijo e impunidad.
Casos de exrectores y exdecanos, que luego de aprovecharse del cargo en la Universidad se convierten en funcionarios o candidatos hay muchos, pero no todos logran sus objetivos. El exdecano de agronomía y también exrector, Efraín Medina, fue candidato a la vicepresidencia por el partido del pastor Harold Caballeros y luego se convirtió por un tiempo en ministro de agricultura, sin pena ni gloria logro después un cargo en una institución internacional.
El poder que logran tener los decanos de las facultades de derecho y económicas es grande, pues participan en las comisiones de postulación para los diferentes cargos en el Organismo Judicial y en la Contraloría de Cuentas, la Junta Monetaria y otros organismos económicos del Ejecutivo. Así que, mucho de estos funcionarios dedican más tiempo a esos procesos que a la academia. Saben que ahí definen puestos de poder importantes y configuran la estructura de los tres poderes del gobierno, en los que posteriormente ellos también pasan a formar parte, ya sea como magistrados, contralores o representantes de la USAC en algún organismo del Estado.
Uno se pregunta ¿qué resultados han generado estas personas para el bien del país en eso cargos? Pues la respuesta es más que obvia. La evidencia muestra que la única huella que han dejado en los cargos que han ocupado ha sido de corrupción. Primero han contribuido a destruir el prestigio que gozó la Universidad y sus académicos. Y luego, se han comprometido con los peores intereses. Al final, la ambición y la incompetencia de la cual hacen gala, los lleva a la corrupción y al olvido. Dos rectores han estado presos y continuan ligados a procesos de corrupción.
Y todos, sin excepción, se han aprovechado del cargo con vil oportunismo para desprestigiar y destruir la Universidad pública, la academia, la docencia e investigación; todos han utilizado a la institución para gestionar su interés personal desde el clientelismo más burdo. Cómo lo hizo Estuardo Gálvez en sus dos períodos.
Así que esta no será la última vez que un decano o rector dé el salto al vacío y se involucre en un proceso político frente a una elección. La proclamación del partido Vamos de este fin de semana, en donde el decano de Ciencias Económicas es presentado como candidato a la vicepresidencia, demuestra el deterioro moral de los altos funcionarios universitarios. Esos intereses personales de sus más nefastos integrantes, sin embargo, no representa al resto de sus integrantes. Solo muestra el daño que la hacen a la Institución.