Aires de fascismo en el mundo

JAIRO3

Autor: Jairo Alarcón Rodas

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.

Bertolt Brecht

Discernir sobre lo que es el fascismo es referirse a una posición política ultranacionalista, identificada con el conservadurismo hipócrita que abona la derecha capitalista, pero, sobre todo, defiende la supremacía racial y adopta el totalitarismo como sistema de gobierno. Es, en síntesis, todo aquello que las sociedades democráticas aborrecen o deberían hacerlo.

Pero, riñen estas ideas con el liberalismo económico de políticos como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Miley, por mencionar algunos, al parecer son lo mismo. Con relación a eso, decía Bertolt Brecht, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?

El fascismo surge en Italia 1919 tras la Primera Guerra Mundial con el régimen de Benito Mussolini, constituye un movimiento de masas organizado militarmente que conquistó el poder y transformó el régimen parlamentario en un estado totalitario, es decir, en un estado con partido único que pretendía transformar, regenerar o incluso crear una nueva raza para sus objetivos imperialistas y de conquista. Regímenes como los de Mussolini, Adolfo Hitler, Francisco Franco coincidieron en la forma de gobierno, autoritarismo, culto a la personalidad y la imposición del terror como medida de cohesión y, ahora, con el actual presidente de Estados Unidos.

Entiéndase por fascismo a la “ideología y movimiento político autoritario y ultranacionalista de extrema derecha, caracterizado por un líder dictatorial, una autocracia centralizada, militarismo, supresión forzosa de la oposición y una creencia en una jerarquía social natural”. En tal sentido, tal corriente ideológica es opuesta a toda concepción democrática, inclusiva y deliberativa, es racista y xenófoba, consecuentemente representa un peligro para la paz y desarrollo del mundo civilizado.

Así, mientras haya individuos en el mundo que valoran a las personas por lo que tienen, aspecto que se encuadra dentro del capitalismo, y no valoran a las personas por lo que son, el fascismo continuará siendo un peligro latente para la seguridad de la humanidad.

A raíz del establecimiento y constitución de los países surge el criterio de nacionalidad y de nacionalismo. Nacionalidad es un vínculo jurídico en la que se atribuye la condición de ciudadano en función del lugar de nacimiento. Nacionalismo, en cambio, en palabras de Isaiah Berlin, es una inflamación agresiva y destructora que debe ser condenada, pero que engarza con la necesidad universal de pertenencia a un grupo humano.

Y es que cuando una persona se identifica plenamente con un grupo y no se valora a los demás, como sucede en el etnocentrismo, comienza a despreciarlos enfermizamente, sobreviene el nacionalismo, que es la expresión patológica de la falta de reconocimiento, y que adopta una forma ideológica, destructiva, brutal, que resulta imposible de detener por medios pacíficos.

Pero, por qué existen las nacionalidades, por qué hay franceses, guatemaltecos, chinos, indios, si todos los humanos pertenecen a la misma especie, es claro que el territorio en donde se asentaron, la circunstancia, las costumbres adoptadas, diferencia a un grupo de humanos de otro, pero fue con el paso de nómadas a sedentarios y el surgimiento de la propiedad privada que el concepto de nacionalidad tuvo su origen y, con ello, se puso límites, se construyeron fronteras, se impusieron visados y se llega al extremo de considerar enemigos a los migrantes, y los expulsan, de sus territorios.

La derecha es peculiarmente nociva porque aboga por la estratificación social, por la segmentación de las personas en de primera y demás categorías. Sustancialmente, lo que hace la derecha es pretender conservar los privilegios de un sector a costa del trabajo y la explotación de los demás. En este caso, el factor económico prevalece sobre criterios particulares. Como dice el historiados Cristian Buchrucker, “el mensaje fascista mantiene hoy su lugar en la marginal subcultura de extrema derecha que existe prácticamente en todos los continentes”.

Hoy, algunos descendientes de los migrantes, substancialmente europeos, que se apropiaron de vastas extensiones de territorio relegando a reservaciones a los nativos de esas tierras, en lo que hoy es Estados Unidos, defenestran, a través de todo tipo de improperios, en contra de los migrantes a los que denominan, ofensivamente, criminales invasores.

En palabras de Donald Trump, “América” solo es para los “americanos”, pero quiénes son realmente los así denominados. Desde comienzos del pleistoceno, en la era cuaternaria, los seres humanos han sido migrantes en busca de mejores condiciones de vida, las migraciones por el estrecho de Bering de Asía a lo que hoy se denomina América, es un claro ejemplo de ello. Posteriormente las diásporas de Europa, Asia, África en el que se hizo notar el deseo natural de sobrevivir, fuerza a buscar mejores horizontes sin importar los riesgos y obstáculos que eso lleve consigo.

La amenaza que hace unos días se cernía en contra de la comunidad latina, de los migrantes indocumentados en Estados Unidos, a través del discurso de odio por parte del candidato Republicano, Donald Trump, hoy presidente de Estados Unidos, constituye una triste realidad que hiere la dignidad humana. Sin embargo, lo peligroso y preocupante del caso no es que una persona, el hoy gobernante de esa nación, vocifere en contra de los migrantes y los criminalice, el problema es que sus ideas tengan eco, que haya seguidores, personas que se identifiquen con esas causas.

Lo triste del caso es que los que en un pasado reciente fueron migrantes indocumentados y ahora poseen la nacionalidad estadounidense, son los que aplauden las acciones que se están llevando a cabo en contra de la comunidad latina, los que los discriminan; según encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew en el año 2021, el 41% de los latinos con piel oscura dice haber sido discriminado por parte de otro latino. Hecho que se ha agudizado con las medidas que ha adoptado la administración Trump en contra de los migrantes indocumentados.

La seguridad laboral, que consideran en peligro, dada la cantidad de nuevos migrantes podría ser un factor para la aversión. No obstante, es la ignorancia que padece gran parte del mundo la que no los hace pensar en el fondo de las cosas. En un documento de Naciones Unidas de 1979, titulado Armas silenciosas para guerras tranquilas, describe una metodología estratégica y táctica desarrollada por el estado-mayor militar en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, ejecutado posteriormente por la fundación Rockefeller, de ahí que la Guerra Tranquila fue declarada por la Élite internacional tras su encuentro llevado a cabo en 1954.

En esa se detalla la forma de mantener controlada a las “clases inferiores”, así denominadas en el documento. Dice el texto: A fin de alcanzar hacia una economía predecible, los elementos de las clases inferiores de la sociedad deben ser llevadas a un control total, es decir ser puestas a la calle, sometidas al yugo, y asignadas a un deber social de largo plazo desde una edad temprana, antes que tengan una oportunidad de hacerse preguntas o cuestionamientos sobre la propiedad de la materia.

Pero cómo se realizaría, para llegar a tal conformidad, la célula familiar de las clases inferiores debe ser desintegrada por medio de un proceso de aumentación de preocupaciones por parte de los padres. La calidad de la educación dada a las clases inferiores debe ser de la más pobre, de manera que la brecha de la ignorancia que aísla a las clases inferiores de las clases superiores sea y parezca incomprensible para las clases inferiores. Es claro que aumentar las preocupaciones familiares, socavar la educación pública, no permite forjar el pensamiento crítico, esencial para salir de la ignorancia.

La supremacía racial sigue vigente en el mundo y, aunque resuenan discursos en contra y a favor de las minorías, el hecho es que en la práctica continúa siendo un flagelo interminable en el mundo que ha cobrado auge en los actuales momentos, coincidiendo con la decadencia de Estados Unidos y la de sus aliados de occidente. El partido Republicano, al que define Noam Chomsky como la organización más peligrosa de la Tierra, encontró en Trump a su representante idóneo.

Con la mente puesta solo en acumular riqueza y en la propiedad privada como fin esencial, la derecha ha sido la corriente de pensamiento que se ha opuesto a toda regulación que pretenda preservar la seguridad y permanencia de la vida en el planeta, oponiéndose a las regulaciones en favor de la preservación del medio ambiente, perseguir el genocidio, luchar contra las bombas de racimo o combatir la crisis climática. Apelando a discursos con jerga conservadora, con matices religiosos fundamentalistas, han podido convencer a una gran parte de los habitantes del mundo, seducirlos con engaños y promesas falsas.

John Kelly, Ex Secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos durante el primer gobierno de Donald Trump, en entrevista para New York Times declaró que Trump se ajustaba a la definición de fascista, que gobernaría como un dictador si se lo permitieran y que no entendía la Constitución ni el concepto de Estado de Derecho. Alertó sobre las consecuencias de votar por un personaje de ese tipo y el peligro que eso representa para la seguridad de ese país y para el mundo.

De ahí que no es de extrañar que las primeras acciones emprendidas al asumir el poder, por parte del mandatario estadounidense, fueran autoritarias, xenófobas, antidemocráticas, al margen de los elementales principios de respeto a los derechos humanos, a la dignidad de las personas.

Aires de fascismo o de una modalidad política de ultraderecha, racista, xenófoba, es hoy una realidad que representa un amenaza para la paz y la estabilidad del mundo. No obstante, representa también una oportunidad para la integración y conformación de un frente común de las sociedades que han sido marginadas, es una oportunidad para los países históricamente expoliados, para todos aquellos que luchan por su dignidad y desean independizarse del yugo imperialista. Tristemente los otros, los gobiernos serviles, seguirán agachando la cabeza, obedeciendo las imposiciones de los imperialistas. 

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