Celosa
Los minutos pasan y me desesperación aumenta. Debería estar acostada, pero no puedo. Estoy sentada frente al televisor, mi mente es un caos y piensa miles de cosas.
Me pongo de pie, tomo el teléfono y le mando un mensajito a mi esposo.
¿Dónde estás?
No me responde y me pongo peor. Siento que mi vida es una locura. Me pregunto: ¿por qué todo ha cambiado.?
Llevamos 9 meses casados, todo iba bien, pero de pronto todo cambio.
Me asomo por la ventana y la calle está vacía. Pasan de las doce. La noche brilla con la luna llena. Es poco el consuelo que tengo saber que pronto regresará.
Me recuesto y me quedo dormida por el cansancio. De pronto escucho ruidos de carro. El regresó. Llega sigiloso, se mete a la cama y no dice nada. Solo se duerme.
Siento el olor a licor. Veo como su pecho sube y baja al respirar. En unos minutos comienza a roncar, como que si nada ha pasado.
Mis pies están fríos, quiero estar entre sus brazos. Sentir su torso desnudo. Me acerco despacio y lo beso con ternura. Noto que se mueve. Se está despertando. Abre poco a poco sus ojos y me susurra.
Claudia que haces. Tengo sueño. Esto cansado. Se queja.
-Si quieres, me voy -le digo.
-No te vayas, -me ruega-.
Quédate, pero déjame dormir, Claudia, por favor.
Entonces, sin decir nada me marcho, solo espero que se duerma.
Le dejo una nota sobre la mesa del comedor: estúpido, mi nombre es Julia.